Las causas más frecuentes de ACV son la hipertensión arterial, diabetes, colesterol elevado, tabaquismo, sedentarismo, antecedentes de arritmia cardiaca, corazón dilatado, etc.
Esto puede suceder por un coágulo que bloquea la arteria, en cuyo caso se denomina ACV isquémico, o por rotura de la arteria, lo que se llama ACV hemorrágico.
El ACV es responsable de la mayoría de los casos de discapacidad en adultos.
Detección temprana
Para acceder a tratamiento médico oportuno, es fundamental la detección temprana de síntomas. Para saber si se está en presencia de un posible ACV, se debe observar si la persona presenta:
Rostro caído o torcido
Alteración del equilibrio
Pérdida de fuerza en un brazo o una pierna
Visión dificultosa
Dificultad para hablar
Turbación
Dolor de cabeza
Ante alguno de estos síntomas, se debe solicitar ayuda inmediata, llamando a los servicios de emergencia.
Prevención
El 80% de los factores de riesgo causantes de ACV son modificables. Entre las medidas de prevención, se recomienda controlar la presión arterial y el colesterol periódicamente, evitar el tabaquismo, el sedentarismo, el sobrepeso/obesidad y tratar las dolencias cardíacas, como las arritmias o la enfermedad de Chagas.
El paciente diabético debe seguir el tratamiento médico indicado. Se debe consumir alimentos bajos en sodio y grasas. Se recomienda evitar el consumo de tabaco, nicotina y bebidas alcohólicas.
Es muy importante realizar actividad física de manera regular, alimentarse de manera saludable, evitar sobrepeso y obesidad y dormir entre siete y ocho horas por noche.
Ante la aparición de palpitaciones rápidas e irregulares, se debe consultar con el médico.
El ataque cerebral ocurre con más frecuencia en personas mayores de 65 años, pero puede presentarse en individuos de cualquier edad.