El juicio se lleva a cabo con tribunal colegiado integrado por los jueces María Victoria Montoya Quiroga (presidenta), Eduardo Raúl Sángari y Ángel Amadeo Longarte (vocales).
Hoy solicitó declarar el acusado. Lo hizo respondiendo a preguntas del tribunal y de las partes. Dijo que mantuvo una relación de alrededor de cuatro años con la víctima.
Repasó lo sucedido la noche del 15 de abril de 2023 y las horas previas, cuando protagonizó una serie de discusiones con su pareja. Sobre el hecho puntual sostuvo no recordar nada porque “le vino un calor y se le puso la mente en blanco”.
El imputado relató que la madrugada del viernes, mientras ambos trabajaban en la barra de un boliche, le reclamó a la joven su actitud de alejarse al momento de contestar una llamada de su exmarido. Le preguntó si le estaba ocultando algo y ella se molestó, le dijo que deje de controlarla y le anunció que no quería seguir con la relación. Le propuso ser “amigos con derecho” pero él no aceptó.
A la salida del boliche caminaron hasta la parada del colectivo. Ella seguía molesta y le pedía que se fuera, pero él insistía en querer hablar. Dijo que no obstante se despidieron bien.
Al día siguiente –siguió relatando el imputado-, como a las diez de la mañana, ella le mandó un mensaje disculpándose por cómo lo había tratado y le dijo que “lo quería a su manera”.
Esa tarde él fue a verla al merendero donde ella trabajaba. No le avisó que iba. Luego, a la noche, ella le mandó un mensaje y él le respondió que estaba trabajando. Volvió a comunicarse con la joven a las 5 o 6 de la mañana del sábado, cuando vio que ella estaba en línea. Le comentó que estaba enferma, con dolor de estómago. Como a las 11 él volvió a escribirle y la víctima le respondió que estaba en una reunión de trabajo. Le pidió que fuera a verlo al inquilinato. Ella le dijo que no podía, “puso excusas”, le dijo que iría el lunes siguiente.
El acusado mencionó que en el transcurso de esa charla ella se molestó y lo bloqueó. Ante esto, decidió ir a verla a su casa. Fue como a las 13. La joven lo atendió rápido, “como corriéndolo”. Le dijo que ya lo había desbloqueado. El imputado sostuvo que mientras conversaba con ella en la puerta alcanzó a verle una marca en el cuello. Le reclamó y ella le dijo que quería terminar la relación. Él se puso a llorar, se enojó, la insultó, le pidió explicaciones.
Dijo que decidió irse, pero a mitad de camino se arrepintió y volvió. Golpeó la puerta y fue entonces que lo atendió la madre de su pareja. Ella le dijo que pensaba que ya no salían y le explicó que no podía interceder por él. En ese momento salió la damnificada y le pidió que se fuera.
El acusado continuó relatando que esa tarde se quedó en su habitación y a la noche decidió ir a la casa de una tía. Antes llamó a un conocido de su pareja (encargado de distribuir las plazas de mozos que surgían) para preguntarle si no tenía algún trabajo para él. Dijo que en el transcurso de la charla casualmente hablaron de la víctima y así supo en qué sitio trabajaría ella esa noche. Admitió que le pidió al encargado que no le comentara a su novia que él lo había llamado.
Como a las 21 fue a la parada del 7 B para ir a la casa de su tía. Ahí se encontró con una amiga de la damnificada que también trabajaba de moza. El acusado dijo que la mujer lo notó decaído y él le comentó que su novia lo había engañado. Manifestó que al volver a hablar del tema sintió la necesidad de volver a hablar con su pareja y se bajó cerca del salón de eventos donde ella iba a trabajar esa noche.
Se quedó afuera esperando verla entrar. Luego se fue hasta un negocio cercano y, al regresar, vio a lo lejos que su pareja ya estaba adentro. Le pidió permiso a la portera para ingresar, pero no lo dejó. Entonces divisó al encargado con el que había hablado esa tarde, le hizo señas y él lo dejó entrar.
El imputado sostuvo que conocía las instalaciones porque ya había realizado servicio de mozo ahí en otra oportunidad. Fue a la parte del fondo. Entró al baño y vio a la moza que había encontrado antes en el colectivo. Le hizo señas para que no dijera nada y se dirigió a su pareja. El acusado manifestó que la saludó y que ella reaccionó agrediéndolo verbalmente y advirtiéndole que lo iba a hacer sacar. Entonces a él “le vino un calor y se le puso todo blanco”. A partir de ese momento –sostuvo- no pudo recordar más nada hasta el momento en que la policía lo detuvo en la cocina del salón.
Sobre el arma blanca encontrada en su mochila esa noche, explicó que la llevaba siempre como protección porque ya lo habían asaltado dos veces.
El hecho juzgado ocurrió el 15 de abril de 2023, alrededor de las 22.50, en un salón de eventos ubicado en calle Facundo de Zuviría al 2600 de la Ciudad de Salta.
El denunciante - padre de la víctima- relató que la noche del hecho su hija se encontraba trabajando de moza en una fiesta. En un momento fue a un baño ubicado a treinta metros del salón. Cuando estaba ahí fue interceptada por su expareja. El sujeto la atacó, lesionándola con un arma blanca. La víctima fue trasladada en código rojo al hospital, donde fue intervenida quirúrgicamente.
La defensa del acusado está a cargo de Cecilia Martínez. Por el Ministerio Público interviene la fiscal Mónica Poma. En la parte querellante actúa Álvaro Arias Camacho.