Cuatro años después de la irrupción del Covid-19 en la Argentina, el dengue vuelve a generar preocupación en la población y a cruzar posiciones respecto de la mejor estrategia de políticas públicas para enfrentar el brote histórico que se registra este año en el país, especialmente en cuanto a la decisión del Gobierno nacional de no vacunar masivamente y de forma gratuita, como se hizo con el coronavirus, así como sobre la efectividad del suero disponible.
Lejos de las discusiones políticas, infectólogos consultados por TN coincidieron en que las vacunas son seguras y eficaces para determinados grupos etarios y que se debe seguir avanzando en la recopilación de datos. También indicaron que no es recomendable comenzar la aplicación en pleno brote, pero que debería planificarse el inicio para mediados de año y llegar al próximo verano con la población objetivo inmunizada, dado que requiere de dos dosis con un intervalo de tres meses entre ambas.
La coincidencia también es que tanto en pleno brote como a lo largo del año, todas las políticas públicas tienen que apuntar a la prevención: descacharreo para eliminar los criaderos de mosquitos y uso frecuente de repelentes, cuyo mayor problema es que no se consiguen.
El debate por la vacuna
“La ANMAT aprobó la seguridad de la vacuna Qdenga en abril de 2023, pero desde aquel momento ni el gobierno anterior, ni los infectólogos, ni los organismos internacionales alcanzaron el consenso para recomendarla como estrategia para incluirla en el calendario nacional de vacunación. La vacuna continúa siendo sometida a estudios para establecer su efectividad según el rango etario y regiones endémicas”, indicó el Ministerio de Salud a través de un comunicado.
También dijo que la vacuna “no es una herramienta que esté validada para controlar la transmisión de la enfermedad en el contexto del brote, tal como lo ha expresado la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en un reciente informe presentado sobre la situación del dengue en la región”.
En ambos puntos hay consenso por parte de los especialistas consultados por TN. “La vacuna no sirve para este brote porque son dos dosis separadas por tres meses y recién después del mes de la segunda dosis, se tienen anticuerpos que van a proteger contra formas graves, internaciones, sobre todo para DEN-2 y para DEN-1, pero no para DEN-3, que tenemos poca circulación, pero la hay”, indicó Elena Obieta (MN 76.451), infectóloga del Hospital de Boulogne (San Isidro).
Para la especialista integrante de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), esto responde a varios motivos. Entre ellos mencionó que “no sirve para contener el brote” y que “una persona podría estar cursando un dengue asintomático -75% a 80% de los casos son sin síntomas o un poco de cansancio y nada más. U oligosintomático y si se vacuna podría tener anticuerpos propios contra el virus dengue natural que adquirió y estos anticuerpos interferir en la respuesta a la vacuna o la vacuna puede dar un dengue chiquito al quinto séptimo o día. Esto es un poquito de fiebre, de dolor de cuerpo, de dolor de cabeza. Entonces no hay manera de saber si fue el efecto de esa viremia transitoria por la vacuna o que estaba incubando dengue al momento de aplicársela y está haciendo un dengue de pocos síntomas”.
También mencionó que con la segunda dosis de la vacuna se aplicaría llegando julio y el frío, cuando los mosquitos transmisores de la enfermedad, mueren.
“La vacuna aplicada ahora va a tener poco impacto para este brote, pero sí va a tener impacto positivo, con sus limitaciones, para el próximo año, cuando aparezca la mayoría de los vacunados con anticuerpos”, coincidió Amadeo Esposto (MP 13.891), jefe de Infectología del Hospital San Martín de La Plata.
¿Vacuna para todos?
Al referirse a las limitaciones, Esposto explicó que la Qdenga “es una vacuna que se probó en una población de entre 4 y 16 años y entonces se demostró que con dos dosis era muy efectiva y segura y se trasladó que esa eficiencia debe ser igual y segura hasta los 60 años, como se ha utilizado también en la autorización de otras vacunas, y con algunos incipientes ensayos que están demostrando esa posibilidad”, pero aclaró que “no hay absolutamente ningún trabajo que hable sobre seguridad y eficacia entre 17 y 60 años”, por lo que “es discutible”.
“Es una vacuna viva atenuada, lo que significa que cuando nos demos la vacuna el virus vivo va a pasar a la sangre con lo que se llama viremia y va a generar los anticuerpos. Hay algunas vacunas vivas atenuadas, con plataformas que son muy distintas a estas, como la de la fiebre amarilla, que se ha recomendado no administrarla a mayores de 60 años. Por eso, en Brasil esta vacuna del dengue se autorizó hasta los 60 años, aunque la Comunidad Europea la autorizó sin límite de edad igual que la ANMAT, sin elementos, sino simplemente trasladando la seguridad y eficacia de la población de los ensayos clínicos en esa acotada franja etaria”, explicó.
Obieta coincidió en el análisis y recomendó “que la gente de 70 años no vaya a una farmacia aplicarse la vacuna Qdenga, porque todavía no hay evidencia de la seguridad y la eficacia en adultos mayores”.
“Para los mayores 60 años, que somos una franja grande de la población, queda en nuestra responsabilidad vacunarnos o no vacunarnos, cuando somos informados de esta escasa información que tenemos y asumir el riesgo potencialmente”, agregó Esposto. Además, Obieta remarcó que su aplicación “tiene que ser con una orden médica”.
Esposto recordó también que por ser “una vacuna viva atenuada no puede administrarse a mujeres embarazadas, lactantes, ni pacientes inmunocomprometidos, que tengan inmunodeficiencias o tratamientos que les bajen las defensas o con dosis de corticoides altas”.