El Palacio Legislativo podría autogobernarse con sesiones especiales desde el 1.º de marzo. Si se cruzan las líneas -que se están cruzando- entre el kirchnerismo, los dialoguistas y ciertos radicales, tendrían la chance de construir una mayoría capaz de aprobar lo que quieran durante el período ordinario. Siempre está la duda de cuánto costo politico estarían dispuestos a pagar algunos por votar con los K. Por ahora, es un movimiento agazapado, latente. Esa agenda incluye la reforma previsional, algunos fondos fiduciarios y hasta un proyecto de ley para el financiamiento universitario, un frente de conflicto que explotará durante el mes de marzo. “¿Les parece ponernos a pelear durante el armisticio?”, dijo un gobernador. El agua no llegó al río.
Nicolás Posse encabezó la reunión y también estaban sentados a la mesa, su número dos, José Rolandi; el secretario de Hacienda, Carlos Guberman; el viceministro del Interior y, obviamente, Francos. “Yo ni quiero la discrecional. Dame la que me corresponde por ley que también me la estás pisando”: Son frases que escuchan de mandatarios dialoguistas.
El Gobierno tiene en mente una ley de Bases amigable, con los cuatro puntos que se habían logrado consensuar: la desregulación energética y minera, el régimen generosísimo de garantías para grandes inversiones, la declaración de emergencia económica y delegación de facultades (es un misterio cómo piensan desanudar lo de facultades delegadas). Habrá también un paquete fiscal que incluye Impuesto a las Ganancias, moratoria pero no blanqueo. “El ministro Caputo cree que nadie confiaría en blanquear ahora. Hay que sacar el cepo y lograr más calma”. La fórmula previsional también está en el centro de la conversación. Muchos gobernadores se preguntan cuál es el plan en el Congreso. Ellos pueden ser un atajo, pero tampoco controlan el mando que rige los votos que el Presidente necesita para que la Ley Ómnibus salga.
A pesar de la intriga que había generado, Axel Kicillof siempre tuvo decidido estar, aunque dilató su respuesta hasta el final. Él nunca dudó. Comandó la estrategia que llevarían los gobernadores peronistas y se sentaron a la mesa.
Más allá de la plata, que era lo medular de este encuentro, hay una construcción, una configuración de cada sector político que todavía está muy inmadura en la era Milei. Falta una eternidad para el Pacto de Mayo, el peronismo licenció a Alberto Fernández y resolverá su nueva identidad a lo largo de este mes. Macri asumirá en el PRO. Los índices de inflación bajan, pero los de desempleo suben. Es una combinación extremadamente delicada. “Recesión con ilusión”, escribió el especialista en consumo y humor social, Guillermo Olivetto.
Desarmar el Estado
“Hay un tema de prioridades. Para vos, por ahí es la gestión. Para nosotros, es desarmar el Estado”. Mauricio Macri no puede evitar mostrar su perplejidad con lo que escucha. Es martes a la nochecita, está en las oficinas de Jefatura de Gabinete de la quinta Presidencial de Olivos reunido con Karina Milei, Nicolás Posse y Santiago Caputo. Poco más de cuatro años después de haber dejado el Gobierno, volvió al predio del que se fue con una idea difusa sobre su futuro político. Con el tiempo, recuperó un incentivo por la rosca política casi irreconocible en él.
El encuentro estaba previsto como un café para intercambiar personalmente su mirada sobre lo que él entiende que son las falencias de la gestión Milei. Lo organizó Posse, el jefe de los ministros, al que Macri más apunta cuando cuestiona ineficacia en el Gobierno.
El expresidente llevaba un intenso listado de sugerencias, pero sobre todo de alertas sobre los riesgos de no tomar posesión de áreas sensibles del Estado. Esta vez le prestaron particular atención. Empieza a crecer una convicción motivada por la necesidad. Van tres meses en el poder y hay demasiados espacios sin llenar.
Esa preocupación todavía no es predominante: están mucho más enfocados en las auditorías y en encontrar denuncias sobre el mal funcionamiento en distintas áreas de la administración. Ese es el mensaje que quieren transmitir. No es solo un Estado que no funciona. Ellos creen, y no lo ocultan, que el Estado no sirve. Es todavía muy difícil de predecir cuál es el final de esa convicción y hasta qué punto contarán con un acompañamiento social. Es una convicción nunca antes vista por un presidente en la Argentina.
Cierran otro organismo
Al cierre del INADI, se sumó esta semana la concreción del anuncio del Presidente en la asamblea sobre la agencia de noticias Telam, una decisión muy compleja y con un final todavía no previsto. Los empleados supieron de madrugada y por un correo que los licenciaban durante siete días. Llegaron a la redacción con el edificio vallado por fuerzas de seguridad. No pudieron volver a entrar ni a buscar sus cosas. Su archivo es por ahora inaccesible. El Gobierno todavía no determina cuál va a ser el vehículo legal que les permita avanzar en esta decisión. Hay que mirar con mucha atención lo que sucede ahí.
Hay en la Rosada una carpeta reservada de auditorías de organismos públicos que generarán nuevos anuncios de cierres. En estos días, el foco se posará sobre el Instituto Nacional de la Juventud (INJUVE), un área creada en el gobierno de Mauricio Macri por el ministerio de Desarrollo Social. Durante el gobierno de Alberto Fernández, pasó a Jefatura de Gabinete y el nuevo organigrama de Milei lo devolvió a Capital Humano.
“Alquilan cuatro pisos donde no hay ni internet, hay 130 empleados, 7 cargos jerárquicos de casi 3 millones de pesos cada uno y cuando fuimos a ver qué hacían, había solo seis personas trabajando”, describe un funcionario a cargo del relevamiento. “Pedimos que se presenten todos y no sabían ni a quién llamar”, remató.
El Gobierno espera anunciar un cierre por semana de organismos donde las auditorías le devuelvan inconsistencias. “Hay un tema de prioridades. Para vos por ahí es la gestión. Para nosotros es desarmar el Estado”, como le dijeron al expresidente.