El desarme de los plazos fijos se acelera mientras se agudiza la estrategia del Gobierno de aspirar los pesos circulantes. Según distintas mediciones privadas, las colocaciones en moneda local a 30 días cayeron más del 25% en diciembre y se espera que esta tendencia se mantenga por lo menos durante gran parte del 2024.
Cabe recordar que a mediados de diciembre, el Banco Central (BCRA) ubicó en un 9% mensual la tasa de referencia, generando que el rendimiento percibido por los plazos fijos sea negativo en comparación con las expectativas de inflación, que son de casi tres veces ese valor (27%). Asimismo, el organismo dispuso la extensión de 90 a 180 días el plazo mínimo para los depósitos UVA (atados a la inflación), los cuales representan apenas el 0,4% del total de las colocaciones a plazo, por lo que no se espera una pronta recuperación de estos instrumentos.
En ese contexto, la consultora 1816 sostiene que en diciembre los plazos fijos cayeron un 21,2% real (teniendo en cuenta la variable inflacionaria). En sintonía, Labour Capital & Growth (LCG) indica que las colocaciones en pesos cedieron 25,4% real en ese mismo mes, configurando “la caída más marcada de ese instrumento en dos décadas”. En términos anuales, los plazos fijos se desploman un 45% real.
De esta manera se puede observar que los activos y pasivos del sistema financiero se siguen achicando en términos reales. “Dado que hay un cepo, esto es exclusivamente por efecto de la licuación”, aseguran desde Econviews para después agregar: “No pinta que esto cambie ni en enero, ni en febrero”.
Según el relevamiento hecho por Ámbito sobre los plazos fijos, la caída nominal de este instrumento en diciembre fue de más del 5%. Además, su tasa de renovación también registra una merma con relación a los últimos tres años.
“Actualmente, la tasa es de 16% menos que el promedio y 6% por debajo de las renovaciones de noviembre pasado”, aseveran desde LCG.
Plazos fijos: detrás de la caída está la licuadora del Gobierno
Esto se debe a que el nuevo Gobierno plantea un cambio sustancial en el enfoque monetario, alejándose de políticas implantadas en años anteriores. Su objetivo aparente es reducir a cero la emisión monetaria destinada al respaldo fiscal. Sin embargo, esta estrategia podría resultar insuficiente para eliminar las restricciones en el mercado cambiario, dada la existencia de un considerable stock de pasivos remunerados.
Ante esta situación, se han explorado diversas estrategias para secar gradualmente la plaza de pesos en circulación, como dejar en terreno negativo la tasa de política monetaria. No obstante, y a pesar de estos esfuerzos, las primeras semanas de gestión han sido testigo de niveles significativos de emisión monetaria, lo que plantea interrogantes sobre la efectividad de las medidas adoptadas para lograr la meta planteada, pero ese ya es otro tema.
Plazos fijos: qué esperar, el efecto en los bancos y el golpe al ahorrista
Tal como explica el economista Federico Glustein en diálogo con Ámbito, los plazos fijos están en caída, licuándose, “mientras que crecen los depósitos en dólares”. Esto implica que los bancos no solo pierden en términos reales por la escalada inflacionaria, “sino nominalmente, ya que cae parte de la base de financiamiento barato” con el que cuentan las instituciones financieras.
Para el asesor de negocios y experto en economía, Salvador di Stefano, la tasa de interés ofrecida para los plazos fijos, aunque aparenta ser alta, no logra compensar la inflación esperada, “lo que resulta en una pérdida significativa del poder adquisitivo de quienes mantienen su dinero en este tipo de instrumentos”.
Di Stefano desliza en declaraciones a este medio que, según su mirada, esta situación conlleva una política que debilita el valor de los ahorros acumulados por los ciudadanos, afectando especialmente a jubilados y ahorristas que confiaron en este mecanismo como una reserva para imprevistos o urgencias de salud. “Realmente lo que se está haciendo con la tasa del plazo fijo y la inflación es increíble. Porque termina perjudicando al ahorrista y deberían saber que si no hay ahorro, no hay inversión, con lo cual el Gobierno, con una política como esta, se tira un tiro en el pie”, comenta.
Joel Lupieri, de la Consultora EPyCA, agrega que las tasas de interés negativas están provocando que los inversores busquen otras alternativas de inversión. Algo que queda en evidencia con el aumento en la demanda de dólares como refugio.
Para Lupieri, es inviable arriesgar "hasta dónde se puede licuar el ahorro”, pero está claro que este límite vendrá dado por la tensión cambiaria que se vaya generando, ya que este tope estará determinado por la presión sobre el tipo de cambio. Asimismo, el avance a galope de la inflación, no controlada por las tasas de interés, “pondrá a prueba la capacidad de control de la dupla que forman el ministro de Economía, Luis Caputo y Santiago Bausili (BCRA) en esta situación”.
Lo que quiere decir el analista es que, a medida que la inflación y la volatilidad del tipo de cambio aumenten, es probable que se produzca un incremento en las tasas de interés nominales, lo que en última instancia influirá en los rendimientos de los plazos fijos.
Así las cosas, todo indicaría que la sangría de estos instrumentos continuará a medida que la tasa siga siendo negativa en términos reales, que la inflación continúe su curso y que la dolarización e indexación de carteras se acelere, acompañado, por supuesto, de una menor demanda de pesos.