El pasado martes, dentro de la casa de Gran Hermano todos pensaban en el desenlace de la prueba del líder sin imaginar lo que ocurriría instantes después, cuando apareció una valija frente a la puerta de salida. Al cabo de unos segundos, Romina, participante de la edición pasada, atravesó la puerta y todos corrieron a abrazarla. El primero en recibirla fue Bautista, quien le dio un abrazo, y luego le siguieron Emmanuel, Furia y Lisandro.
Como se preveía, su llegada marcó un cambio significativo en la atmósfera de la casa, donde fue notable destacar la mejora en la organización y la armonía entre los participantes. Su presencia estaba pautada hasta el jueves, pero el conductor Santiago del Moro planteó la posibilidad de que extienda su estadía hasta el domingo. Primero, lo sometió a votación del público, que dio el visto bueno, y luego les habló cara a cara a los participantes. En el caso de que Romi quisiera quedarse, tenían que ponerse todos de acuerdo. La decisión debía ser unánime, con que uno solo se opusiera, la invitada se iba en ese preciso momento.
El conductor apagó la cámara y dejó a todos deliberando. Luego de hacer unas cuentas respecto a las fechas, Romina dio el visto bueno para permanecer en la casa. Los hermanitos estuvieron todos de acuerdo, incluidas Furia y Virginia, con quienes tuvo algunas discrepancias. Una vez que del Moro constató la unanimidad, entre sonrisas empezaron a planificar la fiesta del viernes y solicitaron otro ingreso, el de Walter Alfa Santiago.