Aunque con distintos grados de éxito, en el debate presidencial de este domingo en Santiago del Estero los cinco candidatos presidenciales se ciñeron al libreto que sus equipos de campaña y sus asesores anticipaban horas antes. El escándalo que involucra a Martín Insaurralde y complica al oficialismo también estuvo presente, aunque mucho menos de lo previsto, pero dejó algunas sorpresas, arriba y abajo del escenario.
Sergio Massa ya esperaba una noche difícil con críticas por izquierda, por el centro y derecha. Y así fue. Intentó de algún modo despegarse del Gobierno que integra y hoy lidera. Apostó a ofrecerse como la oferta de mayor previsibilidad, una “esperanza” con la promesa de un gran “gobierno de unidad”. Pero no por esperar lo que finalmente sucedió, el ministro candidato salió indemne.
Javier Milei llegaba como el candidato más impredecible de los cinco, tanto para propios como ajenos, porque incluso dirigentes de La Libertad Avanza tenían dudas en la previa sobre la capacidad del libertario para mantener la calma sobre el escenario.
Efectivamente, se mostró contenido y desilusionó a aquellos que, sobre todo en JxC, esperaban un desborde. Si la contención fue demasiado evidente o si “desperfila” al candidato, fue difícil de medir este domingo, al menos para los asistentes al debate. En el equipo de Milei hubo alivio. Él se retiró rápido y contento a cenar con sus colaboradores, donde se mostró más parecido al Milei habitual, o así lo reflejaron videos que difundió su propio entorno.
A la inversa, Patricia Bullrich reeditó su versión más dura (“la Bullrich de siempre, la original”, celebraba su equipo). Aunque el “antikirchnerismo” fue su eje discursivo, le pegó igual de duro a Massa que a Milei; de hecho, sorprendió más por la dureza inédita que mostró con el libertario, a quien hasta ahora había criticado, pero de una forma más medida.
Al primero le preguntó cómo el ministro del “desastre” podría ser diferente de presidente; al segundo lo acusó de estar tan solo, que se vio obligado a tranzar con el sindicalismo de Barrionuevo y a meter a dirigentes de Massa en sus listas, sin posibilidad, por lo tanto, de aspirar a un “cambio”.
Massa y Milei apostaron a presionar sobre su punto más flaco, el económico. La candidata de JxC quizás no terminó de tropezar del todo como en otras ocasiones pero, de los tres ejes del debate, fue en el que mostró menos seguridad y menos profundidad.
Tal vez la candidata que se mostró más sólida, más segura y menos encorsetada en un guion escrito para la ocasión -independientemente del discurso- fuera Myriam Bregman, del FIT, que cruzó a todos, por momentos con frases ingeniosas, en una suerte también de crítica a la “casta”, pero “por izquierda”.
El cordobés Juan Schiaretti también cumplió con lo que prometía de antemano: la gestión del gobierno de Córdoba como vidriera de gestión “exitosa”, en oposición a quien nunca gestionó (Milei) y quienes “gestionaron mal” (Massa y Bullrich/JxC). Buscó ubicarse, una vez más, como la oferta más de “centro” de las cinco candidaturas.
Massa y Milei polarizaron en un principio, aunque no con dureza desmedida, y cometieron, a juzgar por el desenlace, un error estratégico en el proceso. En el primer eje ambos consumieron -y la mayoría entre sí- sus cinco “derecho a réplica”. Es decir, en los dos siguientes ejes ya no pudieron cruzar cuando lo desearan las exposiciones de los otros candidatos. Algo que aprovechó sobre todo Bullrich.
Desde hace 48 horas, tanto frente como detrás de las cámaras, las conversaciones con dirigentes, técnicos, operadores y armadores de campaña que llegaron a Santiago del Estero fluían invariablemente hacia un tema: la renuncia del jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, luego del escándalo que generó la difusión de fotos con una modelo por un yate por Marbella. Tanto es así, que desde el entorno de los cinco candidatos advertían que fue necesario adaptar los guiones.
Sin embargo, solo dos candidatas “aprovecharon” el tema para pegarle a Massa durante el debate: Bullich y Bregman. La presidenciable de JxC lo hizo en dos oportunidades, con mayor dureza cuando el ministro prometió mayores penas para evasores: “Ahí tenés al primero, llévatelo a Insaurralde, ahí lo tenés”, lanzó.
Aunque el tema quedó en el centro de la agenda, en los equipos de campaña opositores ya advertían que sería forzado introducirlo demasiado en un formato cerrado como el del Debate, con ejes como la Educación.
Massa evitó defenderse del tema sobre el escenario e ignoró la mención del nombre de Insaurralde las pocas veces que ambas candidatas lograron o quisieron colarlo. El ministro y candidato a presidente oficialista pareció hacer control de daños a la salida. A la pasada, sobre el vehículo que se retiraba, sostuvo que el jefe de Gabinete bonaerense, así como renunció a su cargo, debería renunciar a la candidatura en su terruño, Lomas de Zamora.